¿Qué a ti? Sígueme tú.


¿Qué a ti? Sígueme tú.
Por el hno. Fernando Pitra
Pedro después de haber fracasado es llamado por el príncipe de los pastores a pastorear su grey preciosa.
Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.
 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
El amor de pedro solo era un afecto aun, un querer natural por eso no le alcanzo para morir por su Señor, pero Jesús su pastor no le dejo de acuerdo a lo que Pablo nos enseña
2 Timoteo 2:13
si somos infieles, él sigue siendo fiel, ya que no puede negarse a sí mismo.
La gracia inmensa que levanta al caído vemos que actúo poderosamente en favor de la vida del autosuficiente y fuerte Pedro, Jesús mismo le había alimentado, fortalecido y restaurado, haciéndole partícipe del pan y los peces que el mismo había pasado por fuego (figura de la cruz) dándole un encargo muy alto no mirando su reciente y humillante derrota, Pedro tenía que apacentar el tesoro más preciado del Señor, Sí, el que EL ganó con su propia sangre(como Pedro mismo escribe más adelante) y el mismo Buen Pastor cuidó hasta el fin,
 Marcos 16:6-7
Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, “”y a Pedro””, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.
Que gloriosa respuesta! Todos habían corrido porque escrito esta heriré al pastor y las ovejas serán dispersadas, Pedro le había negado en su rostro mismo al Señor, pero el Señor lo hace mencionar por su ángel con especial interés aparte del resto, porque al que más se le perdona más ama, Aleluya!
Cuando un creyente cae, comienza el proceso de restauración en su vida, El Padre de misericordias tiene un interés especial en levantarle más fuerte que antes,  el fracaso en sí, la humillación y la amargura de muchos sufrimientos por andar fuera de la voluntad de Dios obraron en su vida un corazón quebrantado, viendo su propia debilidad, su pérdida. Muchos creyentes creen que un hermano que fracaso y desea seguir al Señor nuevamente en comunión con los hermanos, no tiene derecho ni siquiera de alabar a Dios en la reunión, lo ponen al costado bajo la mirada de todos, bajo la mirada del hombre que va a determinar cuándo puede volver a la comunión, un hecho que tiene dos errores, primeramente la palabra enseña:
Hebreos 12:7_8
Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.
En lo natural la disciplina está en manos de los Padres, quienes con amor la imparten como una bendición más para el bien de sus hijos, la disciplina de nuestro Padre celestial nos ayuda a juzgarnos a nosotros mismos, lo cual brinda al padre celestial fruto apacible de Justicia, la nueva creación sale fortalecida y el espíritu produce fruto en nuestras vidas para la gloria de Dios. Pero vemos también la disciplina del hombre, el hombre juzga conforme a su conveniencia y muchas veces no a la manera de Dios, cuando David tuvo la idea de organizarse censando al pueblo, se estaba independizando de Dios, Dios no dependía de los números para sostener a Israel, ni del Mismo David, pero la palabra de David pudo más.
Después que David hubo censado al pueblo, le pesó en su corazón; y dijo David a Jehová: Yo he pecado gravemente por haber hecho esto; mas ahora, oh Jehová, te ruego que quites el pecado de tu siervo, porque yo he hecho muy neciamente. Y por la mañana, cuando David se hubo levantado, vino palabra de Jehová al profeta Gad, vidente de David, diciendo: Ve y di a David: Así ha dicho Jehová: Tres cosas te ofrezco; tú escogerás una de ellas, para que yo la haga. Vino, pues, Gad a David, y se lo hizo saber, y le dijo: ¿Quieres que te vengan siete años de hambre en tu tierra? ¿o que huyas tres meses delante de tus enemigos y que ellos te persigan? ¿o que tres días haya peste en tu tierra? Piensa ahora, y mira qué responderé al que me ha enviado. Entonces David dijo a Gad: En grande angustia estoy; caigamos ahora en mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas, mas no caiga yo en manos de hombres. 2 Samuel 24:10-14
Que notable la confianza de David hacia Jehová su Dios y como conocía su corazón, es mejor en las manos de jehová aleluya!
Oseas 11:9 No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti; y no entraré en la ciudad.
Si Dios hubiese pensado como algunos de nosotros carnalmente, hace tiempo la nación de Israel hubiera desaparecido, pero en los profetas encontramos siempre la restauración plena de Israel a su lugar y ministerio dado por Dios, esta nación que copio practicas abominables de otras naciones, aun pasando sus hijos por fuego y adorando a los baales un día será restaurada nuevamente y cantará como en los días de su juventud, gloria sea a su nombre bendito!
Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. Romanos 11:29
Dios nos ha dado dones y ministerios, Israel fue llamado a ser luz a las naciones, un día ya restaurado entrara en el llamamiento el cual no ha cambiado. Cuando nos ponemos en la mano del Señor somos tratados como hijos, con todo lo que eso implica, pero cuando nos ponemos en las manos  de un hombre, aceptando su disciplina humana la cual es ejercida inescrituralmente, seremos sin fruto, solo el hombre saldrá envanecido sobre nosotros o sobre nuestro ministerio limitando o dando entidad a nuestro servicio o ministerio delante de Dios, trayendo confusión al pueblo, tomando un lugar que nadie le dio que solo pertenece a aquel con ojos de llama de fuego , que dice yo conozco tus obras. Pero también nos preguntamos, acaso no hay hermanos espirituales para juzgar? Si, los hay, pero ellos siempre están ocupados restaurando al tal, con espíritu de gracia y de mansedumbre, como vemos en Jesús, tierno, lleno de gracia y de verdad para los débiles e indulgente para los fariseos que condenaban cruelmente a otros.
Bueno, volvamos a Pedro.
 Juan 21:18-22 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme. Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?
 Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?
Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.
Un corazón lleno de legalidad rara vez tiene tiempo para juzgarse a sí mismo, pero si, tiempo para analizar la vida de su hermano, aunque al igual que Pedro también por la gracia de Dios está en pie, o parezca estarlo. Podríamos decir que Pedro aprendió algo, y sin dudarlo fue así, pero vemos otra actitud en Pedro, Pedro no fue juzgado duramente por el Señor, como muchos hubiesen hecho, oh sí! La carne hubiese apartado del servicio activo a Pedro, aunque sabemos que Pedro era levantado y llamado por Jesús.
Jesús le dijo sígueme,  pero Pedro en vez de poner su vista en el Señor y mirar su camino para no caer, el mira a su hermano!!! Sí, no lo podemos entender, pero así actuamos muchas veces gobernados por el viejo hombre, queremos mirar la vida de otro…. ¿Por qué? Porque no estamos atendiendo nuestro camino, el hermano fulano es pastor y hace así dice el juez, fracaso así o el hermano fulano cayo así y predica o canta y le observa; se olvida que el que tiene ojos como llama de fuego lo vio primero, le critica y así se sienta en la silla del juez sacándole al Señor su lugar, a estos decimos ¿que a ti? Sígueme tú!  le decimos más…..
¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Romanos 14:4
O como nos dice nuestro apóstol 1 Co. 4:3 el que me juzga es el Señor, quien juzga acomodando lo natural y lo espiritual en su debido lugar. Los hermanos que juzgan con dureza las caídas naturales, habitualmente son vencidos por el error espiritual con frecuencia, como el adulterio espiritual ya que toman señorío sobre la grey de Dios, con un espíritu nicolaita, que delante de Dios es más grave que cualquier debilidad que su hermano pudiese tener. Como dijimos tenemos un juez Apoc. 1:12-14 si creemos en esta verdad vamos a descansar, no somos jueces de nuestros hermanos, pero sí de nosotros mismos. Somos llamados a ser Filipenses “amantes de la carrera” el vencedor en este tiempo tiene su vista puesta en el premio, en Jesús. No importa nuestro alrededor, el Señor es poderoso para acomodar su iglesia, poner o quitar en su voluntad, nuestra parte es juzgarnos a nosotros mismos, porque:
1Co. 10:12
 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. Mire, atienda su propio camino, su vida, su ministerio, su carrera, no la de otros, no sea que nosotros terminemos siendo más desaprobados que el hermano que juzgamos, oremos los unos por los otros sabiendo que el Señor tiene el control de todo. Amen.

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